jueves, 9 de octubre de 2008

caso homicidio juvenil

La muerte de un menor de 17 años apuñalado a las puertas de una discoteca de Benalmádena (Málaga) el 18 de noviembre por dos jóvenes de 20 y 17 años ha reabierto el debate sobre la violencia de los adolescentes, un fenómeno que se extiende a todos los estratos sociales y económicos y cuyas manifestaciones más alarmantes no han dejado de crecer. Los expertos en violencia juvenil, tanto policiales como judiciales y universitarios, alertan contra la "banalización de la violencia" que, en su opinión, presentan los menores.
Más homicidios
La noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
El inspector del Cuerpo Nacional de Policía Faustino Pretel, delegado de Participación Ciudadana de la Comisaría de Málaga, asegura que "la violencia es un hecho que se produce y que hay que canalizar. Los adolescentes no tienen capacidad para medir la repercusión de sus acciones violentas".
Según este inspector, con experiencia en todas las zonas de la ciudad, "entre los jóvenes falta conciencia de que la violencia no sale gratis". Además, cree que el cine y la televisión "han banalizado la violencia". "Muchos jóvenes tienen la noción cinematográfica de que si a alguien le das un puñetazo en la cara luego se va a volver a levantar sin problemas, cuando le puedes causar lesiones graves o incluso matarle".
Isabel Fernández Olmo, fiscal de menores de Málaga, considera también que los adolescentes "no son conscientes de la gravedad de los hecho delictivos que cometen". La fiscal detecta un aumento preocupante de la violencia de género y la violencia ejercida por adolescentes contra miembros de su propia familia, tanto entre chicos como entre chicas.
La delincuencia juvenil se da en todos los estratos sociales, pero los hechos más graves suelen tener como responsables a niños procedentes de familias desestructuradas y con antecedentes de consumo de alcohol y drogas. "Es muy común que cuando me traen a un menor detenido y le pregunto por sus padres, me diga que su madre se quedó acostada y su padre no durmió en casa", afirma la fiscal.
Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona y responsable del Grupo de Estudios Avanzados en Violencia, recuerda que "el 90% de los adolescentes presentan alguna vez algún tipo de conducta violenta, que suele desaparecer espontáneamente, pero que puede hacer que se metan en un problema mientra dura".
Frente a este tipo de agresividad natural, presente en todo tipo de adolescentes, y que se manifiesta en pequeños vandalismos, absentismo escolar o consumo de alcohol y drogas, surge la delincuencia juvenil y las conductas antisociales graves, como los robos, las agresiones físicas y sexuales e incluso el homicidio. Este tipo de comportamiento suele afectar al 3% o 4% de los adolescentes que "no han conseguido inhibir la conducta violenta que aparece desde que el niño pequeño aprende a manejar los brazos y piernas con intención de hacer daño y que suele desaparecer cuando el bebé aprende a hablar", afirma Pueyo.
En los casos de delincuencia grave suele darse un perfil más homogéneo del joven. Pueyo lo describe como alguien con una persona "impulsiva y temeraria, y con escasa atención de sus padres, lo que le hace más proclive al consumo de alcohol y estupefacientes que pueden desencadenar la conducta violenta".
Pueyo aboga por la detección y tratamiento precoz de los casos de agresividad juvenil. Y utiliza la receta clásica: "Los padres tienen que conocer muy bien a sus hijos". Y da unas cuantas pautas: "Hay que estar atentos a los cambios bruscos en el comportamiento, como los engaños, la falta de rendimiento escolar o las nuevas compañías del niño. Vigilar el consumo de drogas y alcohol, un factor de riesgo potentísimo y supertolerado. Buscarle al niño actividades pro-sociales, como el deporte. Reducir la conflictividad familiar, ya que poner tus problemas por delante de los de tus hijos puede ser fatal. Y en los casos más graves, acudir a un especialista".

No hay comentarios: